Instituto Cervantes de Argel
Jueves, 28 de marzo de 2024 - 21:30 h
Salón de Actos del Instituto
Platero y Yo & Materia
José Manuel Dapena, guitarra & Yolanda Castaño, poeta
Noches de Ramadán - Día Mundial de la Poesía

Entrada libre según aforo

Con motivo del Día Mundial de la Poesía, el Instituto Cervantes de Argel y la Embajada de España, organizan para la segunda noche de ramadán un recital poético con la poeta Yolanda Castaño acompañada por el guitarrista español José Manuel Dapena.

José Manuel Dapena, guitarra & Yolanda Castaño, poeta 

https://cultura.cervantes.es/argel/es/Recital-literario-y-guitara-clásica:-platero-y-yo-/167786

https://www.facebook.com/events/463508432668600

I
Platero y Yo
Juan Ramón Jiménez (1881-1958)

Mario Castelnuovo-Tedesco (1895-1968)
Platero
Angelus
La primavera
Melancolía
Idilio de Noviembre
Golondrinas
La arrulladora
El canario vuela

II
Materia
Yolanda Castaño (1977-)

María Mendoza (1975-)
Tres cantigas
Ondas do mar de Vigo
Mandad'hei comigo
Mia irmana fremosa

Juan Durán (1960-)
Fantasía galaica Op. 79
Alborada
Muiñeira
Canto de berce
Foliada
Alalá
Pandeirada

Recital poético & Guitarra clásica. En la segunda parte las obras irán alternándose con poemas de Materia (Xerais, 2022).

Yolanda Castaño, poeta

Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977). Poeta, filóloga, editora, traductora y gestora cultural dirige su propia Residencia Literaria en A Coruña. Es uno de los nombres más internacionales de la poesía gallega. Ha publicado varios libros de poesía en gallego y castellano, además de poemas en otras veinticinco lenguas. Premio de la Crítica Española, Premio Espiral Maior, Premio Fundación Novacaixagalicia, Premio El Ojo Crítico, Premio Estandarte al mejor poemario del año en España 2020 y Autora del Año para las Librerías de Galicia.

Yolanda publicó varios poemarios individuales entre los que destacan, Vivimos no ciclo das erofanías (1998), O libro da Egoísta (2003), Profundidade de campo (2007), A segunda lingua (2014) o Materia (2022).

En 2023 fue galardonada con el Premio Nacional de Poesía por su obra Materia.

José Manuel Dapena, guitarra

La crítica de Estados Unidos ha escrito estos titulares: "… un guitarrista de talento y un exponente artístico de la cultura española…", "… un concierto perfecto de musicalidad conmovedora…", "… un maestro de la guitarra española…", "sin duda, este debut en el Carnegie Hall fue un éxito".

En 2008 debutó en el Carnegie Hall de Nueva York y en los festivales de guitarra de Chicago, Columbia, Miami, Los Angeles, Indianapolis, Smolensk, Kiev, Moscú, Québec, Calcuta, Nueva Delhi, Rio de Janeiro, São Paulo, Mexico, Bangkok, Túnez, Tokyo, Shanghai y Wuhan.

Ha grabado dos discos: “Rincón mágico: Obra completa para guitarra de Joaquín Turina” y “Al pie de una guitarra: Música para guitarra inspirada en la poesía de Miguel Hernández”.

Desde los estudios elementales del instrumento ha recibido clases del guitarrista David Russell, quien ha influido de manera trascendental en su concepción de la guitarra y quien escribió, "… es un excelente intérprete, con un sonido redondo y fuerte, ágil técnica y capaz de crear magia con su fraseo musical.

Ha sido portada de Classical Guitar Magazine en Londres y entrevistado por la revista Gendai Guitar en Tokyo.

Platero 
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.
Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas ...
Lo llamo dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal …

¡ Ángelus !
Mira, Platero, qué de rosas caen por todas partes: rosas azules, rosas blancas, sin color... Diríase que el cielo se deshace en rosas. Mira cómo se me llenan de rosas la frente, los hombros, las manos... ¿Qué haré yo con tantas rosas?
Parece, Platero, mientras suena el Angelus, que esta vida nuestra pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, suba a las estrellas, que se encienden ya entre las rosas... Más rosas... Tus ojos, que tú no ves, Platero, y que alzas mansamente al cielo, son dos bellas rosas.

La primavera 
En mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de chiquillos. Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la cama. Entonces, al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta de que los que alborotan son los pájaros. 
Salgo al huerto y canto gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su gorjeo en el pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola charla, de chaparro en chaparro; el chamariz ríe larga y menudamente en la cima del eucalipto, y, en el pino grande, los gorriones discuten desaforadamente.

Melancolía
Esta tarde he ido con los niños a visitar la sepultura de Platero, que está en el huerto de la Piña, al pie del pino redondo y paternal. En torno, abril había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos. Cantaban los chamarices allá arriba, en la cúpula verde, toda pintada de cenit azul, y su trino menudo, florido y reidor, se iba en el aire de oro de la tarde tibia, como un claro sueño de amor nuevo. Los niños, así que iban llegando, dejaban de gritar. Quietos y serios, sus ojos brillantes en mis ojos me llenaban de preguntas ansiosas. —¡Platero, amigo!—le dije yo a la tierra—; si, como pienso, estás ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los ángeles adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te acuerdas aún de mí?

Idilio de noviembre 
Cuando, anochecido, vuelve Platero del campo con su blanca carga de ramas de pino para el horno, casi desaparece bajo la amplia verdura rendida. Su paso es menudo, unido, como el de la señorita del circo en el alambre, fino, juguetón... Parece que no anda. En punta las orejas, se diría un caracol debajo de su casa.
Una fría dulzura malva lo nimba todo. Y en el campo, que va ya a diciembre, la tierna humildad del burro cargado empieza, como el año pasado, a parecer divina ...

Las golondrinas
Están ya aquí, Platero, las golondrinas, y apenas se las oye, como otros años, cuando el primer día de llegar lo saludan y lo curiosean todo, charlando sin tregua en su rizado gorjeo.
No saben qué hacer. Vuelan mudas, desorientadas, como andan las hormigas cuando un niño les pisotea el camino. No se atreven a subir y bajar por la calle Nueva en insistente línea recta con aquel adornito al fin, ni a entrar en sus nidos de los pozos, ni a ponerse en los alambres del telégrafo, que el Norte hace zumbar, en su cuadro clásico de carteras, junto a los aisladores blancos... ¡Se van a morir de frío, Platero! 

La arrulladora
La chiquilla del carbonero, bonita y sucia cual una moneda, bruñidos los negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está a la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito.
Sentida y dulce, la carbonera canta:  
      Mi niiiño se va a dormiii 
      en graaasia de la Pajtoraaa... 
Pausa. El viento en las copas... 
      ...y  pooor dormirse mi niñooo, 
       se duermeee la arruyadoraaa... 
El viento... Platero, que anda, manso, entre los pinos quemados, se llega, poco a poco... Luego se echa en la tierra fosca y, a la larga copla de madre, se adormila, igual que un niño.

El canario vuela
Un día el canario verde, no sé cómo ni por qué, voló de su jaula. Era un canario viejo, recuerdo triste de una muerta, al que yo no había dado libertad por miedo de que se muriera de hambre o de frío, o de que se lo comieran los gatos.
Anduvo toda la mañana entre los granados del huerto, en el pino de la puerta, por las lilas. Los niños estuvieron, toda la mañana también, sentados en la galería, absortos en los breves vuelos del pajarillo amarillento.